Lo que ocurre ahora con la última divulgación de información por parte de Wikileaks es tremendo. Wikileaks abre un nuevo capítulo (en octubre WikiLeaks ya publicó unos 400.000 documentos estadounidenses sobre la guerra de Irak y en julio había divulgado otros 77.000 sobre el conflicto en Afganistán) con la inminente publicación de más de 250.000 cables de la diplomacia estadounidense que expondrían a la luz negociaciones de EE UU con otros países; planes de los servicios de espionaje y otros asuntos confidenciales de alto riesgo. Estos papeles son comunicaciones entre el Departamento de Estado de EE UU y sus embajadas, consulados y misiones en el extranjero. Han impartido parte de la información que tienen a El País, pero también a otros de los más famosos periódicos en el mundo: The Guardian, Der Spiegel, Le Monde, The New York Times.
Estos han decidido que no iban a publicarlo todo. Según analistas consultados, la nueva entrega de Wikileaks ofrecerá una mirada descarnada de las comunicaciones del Departamento de Estado norteamericano con sus 297 embajadas, consulados y misiones en el extranjero que comúnmente se conocen como cables, en realidad telegramas que se usan para hacer llegar instrucciones oficiales e informes entre Washington y sus legaciones y viceversa. Muchas de esas comunicaciones se hacen hoy a través del correo electrónico. Los telegramas o cables que salen del Departamento de Estado son firmados por el responsable de la diplomacia estadounidense y cuando se envían desde una embajada o consulado lo hace el embajador o un funcionario de alto rango.
El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, almirante Mike Mullen ha declarado “La vida de muchas personas puede estar en riesgo” en una entrevista en la cadena CNN. La secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, contactó el 27 de noviembre con los Gobierno extranjeros que probablemente se verán afectados por esta filtración.
Estos hechos se han producido sólo horas después de que el Gobierno de Barack Obama advirtiera al fundador de Wikileaks por boca de Harold Hongju Koh, asesor legal del Departamento de Estado, de que la nueva divulgación de documentos obtenidos sin autorización de funcionarios y en los que se revelan comunicaciones internas de diplomáticos de Estados Unidos podría tener "consecuencias graves". Koh informó también de que su departamento había hablado con representantes de los diarios The New York Times y The Guardian, y la revista Der Spiegel sobre estos documentos que WikiLeaks les había entregado para la publicación. Koh describe la distribución de este material como "una diseminación ilegal de documentos secretos" que "pondrá en peligro la vida de incontables personas".
El Gobierno británico, por su parte, preguntó a los directores de periódicos si publicarán documentos comprometedores. Downing Street aseguró que no se censurará la difusión, pero recordó a los directores que los diarios deben tener en consideración las operaciones militares del Reino Unido.
Thomas Genton es consejero de Prensa, Cultura y Educación de la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Expresa su opinión en El País con el título “filtraciones dañinas” (http://www.elpais.com/articulo/opinion/Filtraciones/daninas/elpepiopi/20101128elpepiopi_4/Tes)
Según ha informado The Washington Post, la correspondencia diplomática demostraría, por ejemplo, que algunos socios de EE UU han tomado en ocasiones medidas que contradicen sus políticas oficiales.
Algunas de las informaciones ya publicadas por el País.
- La canciller alemana Angela Merkel "evita los riesgos y es poco creativa", prefiere "quedarse en la retaguardia hasta conocer el equilibrio de fuerzas".
- Diplomáticos de EE UU reciben órdenes de espiar a la ONU. El Departamento de Estado imparte a sus funcionarios instrucciones para conseguir información confidencial sobre el secretario general y representantes de otros países y zonas de conflicto.
- Los árabes piden a EE UU frenar a Irán por cualquier medio
- Cable sobre el golpe de estado de Noriega
- Cable sobre las manías de Gadafi
- Francia considera como una "amenaza" las filtraciones de Wikileaks
- El Gobierno australiano investigará a Wikileaks por violar la ley.- Franco Frattini: "Es el 11-S de la diplomacia mundial".- Canadá tacha la información de "irresponsable" y deplorable" .- El tema, ampliamente seguido en Internet
- EE UU vigila de cerca la agenda islamista de Erdogan
Se oyen varias voces a propósito de esa divulgación de información “secreta”. Por supuesto, todos sabemos que casi siempre hay una discrepancia (para no decir un abismo) entre el discurso diplomático oficial y la consideración geopolítica, la que mueve a los servicios secretos. Por ello, muchos comentarios abogan diciendo que no se tendría que divulgar esta información, se cualifica de ilegal, hasta de terrorista. Vale la pena ver el vídeo de El País donde se ve con que angustia la redacción del periódico espera que se publique la información en la Web del New York Times antes de publicar la suya. Y, desde luego, hay que tener valor para atreverse a desafiar así una gran potencia como los EE UU. Algunas críticas también sostienen que en una dictadura, Assange no hubiera tenido acceso a esta información, que justo les cae eso encima a los EE UU porque se trata casi del símbolo de la democracia. Bueno, también es la democracia la más potente y más influyente del mundo. A caso “democracia” no significaba “poder del pueblo”. Creo que cuando hay demasiado poder, queda poco pueblo. A menudo se habla de los intereses defendidos de un país, pero de sobras sabemos que en eso so todos los ciudadanos son iguales, algunos son más iguales que otros y que, por ejemplo, los intereses industriales priman sobre otros. También sabemos que la democracia no está en un estado de salud indiscutible (vamos, que va bastante mal). La pregunta entonces es la siguiente: ¿Ayudaran esos cables a concientizar nos (y los demás) más, a reducir la colusión en el mundo, a dar un impulso democrático? Otra pregunta sería: ¿A quién van a perjudicar y a quién van a favorecer? Quizás sólo podremos contestar a esa última dentro de unos meses.
De todas formas, yo comparto la opinión del periodista de El País expresada aquí bajo:
“Quienes participamos ahora de esta historia compartimos la creencia de que los medios de información responsables deben intentar no sólo responder a las preguntas que se hacen los ciudadanos, sino, sobre todo, ayudarles a formular las preguntas correctas, esenciales precisamente para su comportamiento cívico. La primera de esas preguntas es siempre: "¿Quién decide por mí? ¿Cómo ha llegado a esta decisión? ¿Qué datos maneja y que objetivos persigue en mi nombre?". La nueva filtración de Wikileaks supone un gran avance en ese aprendizaje.”
Pero, vale la pena también ir a los otros periódicos, cada uno ha decidido publicar la información de una manera distinta.
The Guardian è http://www.guardian.co.uk/world/2010/nov/28/us-embassy-cable-leak-diplomacy-crisis (The Guardian ha organizado y estructurado los "cables" de manera que podamos elegir los temas que queremos leer. Hay allí mucha información disponible)
Le Monde è http://www.lemonde.fr/international/
Creo que un país debe tener cierto derecho a la censura si es necesario para evitar un enfrentamiento bélico con otro país.
ResponderEliminarEn una democracia, la libertad de expresión es fundamental. Pero, creo que no se debería divulgar informaciones que pudieran perjudicar a personas o resultar peligroso para la paz.
ResponderEliminarPienso que se trata de una pregunta muy complicada que se refiere para mí a la esencia propia de la democracía. Todo el mundo tiene derecho a recibir informaciones pero no vale la pena cuando vaya a generar problemas.
ResponderEliminarPor un lado, vivimos en una democracia y el pueblo tiene el derecho de conocer lo que ocurre en su pais o en el mundo. Por otro lado, para proteger el pueblo es probablemente mejor guardar informaciones secretas pero depende de los casos. Por eso, es imposible contestar.
ResponderEliminarSi el tema es muy sensible, puedo entender que un gobierno prefiera censurar parte de la información para solucionar mejor los problemas. Pero no estoy de acuerdo con una censura que intente ocultar los errores cometidos por unos dirigentes. Ahora el problema es definir lo que es un "tema muy sensible".
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